¿CÓMO SE GENERA UNA BURBUJA ESPECULATIVA?
Las
burbujas especulativas nacen en los propios
mercados, la gran mayoría de las veces como consecuencia de procesos de especulación. Hablamos de la existencia de una burbuja, cuando un activo está viviendo una subida
prolongada y anormal en su precio, de forma se aleja cada vez más de su precio de equilibrio en el
mercado o de su valor real o intrínseco. Es un proceso dinámico que suele desembocar en que nuevos compradores acudan con la esperanza o la idea de poder vender ese
producto a un precio mayor en el futuro. Este proceso provoca una
auténtica espiral de subidas continuas en el precio.
Para
conocer mejor este concepto y su origen, explicamos cómo se generó
una burbuja especulativa durante los años 20, y en qué desembocó
esta.
La
Primera Guerra Mundial tuvo como principal beneficiado a Estados
Unidos, lo que hizo que este se colocara como primera potencia
económica mundial, perdiéndose así la hegemonía europea. La
guerra también provocó un superávit estadounidense, puesto que
habían ganado mucho dinero con las exportaciones de armas y
alimentos para los países beligerantes. En consecuencia, el dólar
se impuso a la libra como moneda de cambio.
Paralelamente a la
gran expansión económica internacional sufrida por Estados Unidos,
el aumento de la demanda interna fomentó una etapa de prosperidad,
denominada como los felices años veinte. Este crecimiento económico
se basó en la mejora de la producción y de la productividad, con la
creación de nuevos sistemas de organización del trabajo como el
taylorismo y el fordismo; en el desarrollo de nuevos sectores
industriales, como el automovilístico o el químico; y en el impulso
de la construcción, con el inicio de los rascacielos. Esta
prosperidad económica hizo que aumentara la demanda interna,
iniciándose así la sociedad de consumo. Para que se pudiera seguir
consumiendo, los bancos crearon nuevos sistemas de ventas, como los
préstamos o los pagos a plazos. Como consecuencia de estas
novedades, entre 1922 y 1929, la economía creció un 5% anual, lo
que se vio reflejado en la bolsa.
Sin
embargo, las ganancias de la prosperidad no se repartieron por igual
entre la población. Los beneficios y dividendos crecieron a un ritmo
mayor que los salarios, e incluso hubo sectores, como las industrias
tradicionales o la agricultura, que no participaron de esta
prosperidad. De esta manera la capacidad adquisitiva de muchos
estadounidenses no era suficiente para absorber la producción, por
lo que se crearon los stocks, que comenzaron a ser un problema para
la economía estadounidense.
Así
llego el momento en que las ventas de las empresas no aumentaban, y a
partir de 1926 las ganancias se dirigieron hacia la compra de
acciones en la Bolsa. El espectacular aumento del precio de las
acciones en la década de 1920 se debió a una burbuja especulativa,
que se forma con el inicio de un periodo de prosperidad económica,
en el que los bancos dan créditos a muy bajo interés, por lo que
hay abundancia de capital, lo que aumenta los beneficios y los
dividendos de las empresas. En la burbuja especulativa, el valor de
las acciones de las compañías cotizadas en Bolsa deja de guardar
relación con la situación de las empresas y las expectativas de
ganancias para sostener en la convicción de que su valor seguirá
aumentando, gracias a una situación económica favorable. Esta
situación provocó la entrada en bolsa como accionistas de la
mayoría de la población estadounidense, y creó una fiebre
bursátil. En 1926 el índice de cotización era paralelo al de
producción, mientras que en 1929 el índice de cotización era
prácticamente el doble.
Una
parte de la población no tenía capital suficiente para participar
en Bolsa, por lo que acudieron a los bancos en busca de créditos,
que pasaron de valer 90 a 300 en apenas tres años, con el fin de que
sus acciones subieran y devolver los préstamos.
Como la economía está sujeta a ciclos de expansión y recesión, en un momento dado, los precios al alza dan paso a un hundimiento del valor activo. Cuando esto sucede, el especulador intenta vender sus acciones a precio de saldo. Estas ventas hacen que caigan las acciones y se cree el pánico en la población, que comienza a venderlas masivamente. Esto fue lo que ocurrió en Wall Street el 24 de octubre de 1929, más conocido como el “jueves negro”. La caída de las acciones hace que se cree un desajuste entre la oferta y la demanda y que se ponga fin a los créditos. La venta masiva desploma los precios, por lo que se crea un crac bursátil, con el que se llega a una crisis económica. Esta crisis provoca la quiebra de los bancos y la ruina de los inversores, por lo que se llega a una recesión económica.
Respecto
al crac hay varias percepciones. Hay personas que creen que no
sucedió, sino que fue una corrección en los precios de las
acciones, mientras que hay otras que creían que tarde o temprano
llegaría.
La
crisis de 1929 no fue la primera ni la última burbuja especulativa.
Las más recurrentes han estado basadas en productos financieros o
inmobiliarios. La primera burbuja conocida tuvo lugar en Holanda en
el siglo XVII cuando se llegó a pagar por el bulbo de un tulipán el
precio de una casa. La última de estas crisis tuvo lugar en 2008,
afectando a países como España, quien se ha visto inmersa en una
burbuja inmobiliaria, cuyo final ha provocado una grave crisis financiera y económica.
Precio de los tulipanes entre 1636 y 1637 |
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